Largas noches de lluvia. Marc R. Soto

Viaje a Bizancio Ediciones. Col. Clatter # 7. Sevilla, 2011. 131 páginas.

Hay quien afirma que toda gran verdad nos es revelada con dolor. Puede que esto sea cierto y puede que no. Lo único que yo puedo decir al respecto es que al menos en mi caso no sucedió así.

Todos los pueblos guardan secretos. Atesorados durante generaciones, crecen como el musgo en los rincones sombríos: en los sótanos húmedos de las casas, en las habitaciones cerradas, o en los silencios incómodos. Secretos a veces banales y en ocasiones horribles, pero siempre presentes en una comunidad pequeña donde todo se sabe, pero nadie sabe nada.


En 1967 Rogelio Villanueva regresa a su pueblo, tras más de dos décadas en paradero desconocido, para hacerse cargo del negocio familiar. Meses más tarde, su cadáver aparece desangrado en la bañera de su casa.

Diez años después, David, un adolescente solitario, convence a su hermano menor para que le acompañe al bosque que rodea la aldea, con la secreta intención de darle muerte en una cueva abandonada.

Ya en nuestros días, un psicólogo es testigo de una confesión perturbadora, cuando su nuevo paciente le habla de la lupa que recibió en su octavo cumpleaños y del macabro uso que hizo de ella.

Las tres historias incluidas en este libro trazan los límites de un territorio inexplorado, donde lo cotidiano y el horror se entrelazan a través de corrientes subterráneas e invisibles. Es en este territorio desolador donde el escritor
Marc R. Soto dispone las piezas de un macabro juego de ajedrez, cuyo desenlace marca el origen de una estremecedora trilogía.

 
Ahora, si me disculpas, creo que daré otro paseo por el cementerio. Necesito pensar, y éste siempre me ha parecido el lugar más apropiado para hacerlo. Se respira tanta paz... Aquí es donde terminan todas las historias, y está bien que así sea.